Tengo siete rollos de papel en casa, pero no encuentro celo por ninguna parte.
Así que me voy al chino de la calle Valderrobres...
y allí veo esto tan fantástico:
Genial, con este aparato ni siquiera tengo que recortar mil cachitos y pegarlos en el borde de la mesa antes de empezar a envolver.
Lo compro y me vuelvo a casa.
Y cuando abro la cajita...
me topo con esto:
¿Quedaría muy cutre tirar de la cinta aislante negra?
Serán cabrones...
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