martes, 23 de noviembre de 2010

Rodríguez Zapatillas

Parque Forestal de Seúl, Corea del Sur. Viernes 12 de noviembre. 6.30 horas.

Dos intrépidos presuntos deportistas, una docena de guardaespaldas, algún figurante que hace bulto cual oveja en un belén y un amplio grupo de periodistas, fotógrafos y cámaras que no se ven, atraviesan a la carrera el principal parque de la capital surcoreana en las horas previas a la segunda sesión de la cumbre del G20.


Ahí está el primer ministro británico, David Cameron, que reta al frío ataviado únicamente con una camiseta azul con la leyenda en inglés "Inglaterra Unida. El mundo invitado" -causa sensación entre escoceses y galeses-, unos pantalones cortos, calcetines y zapatillas.

Y ahí está José Luis Rodríguez Zapatero, que para la ocasión luce la sudadera roja de la selección olímpica española -no puede ser más cutre gracias a habérsela encargado a una empresa china-, aunque debajo lleva otra que conserva desde las fiestas de Onzonilla de 1983, otra de Iron Maiden que encontró por casa y una Damart Thermolactyl; unas mallas negras que modelan sus patas de alambre, calcetines (dos pares) y zapatillas.

Cameron intenta parecer un deportista. Más que correr parece que huye. Sabe que este paripé no durará mucho y tiene toda la cumbre del G20 para descansar. El inglés está sudando la camiseta, al igual que el guardaespaldas que lleva a su derecha, que se va sujetando el fusco con la mano derecha.

Detalle del tema.

Quizá por eso lo lleva en el bolsillo de ese lado, para que si se le escapa un tiro mate a una ardilla y no al zorro de su izquierda, que es su jefe, o al ciervo de más a la izquierda, apodado Bambi en el PSOE cuando accedio a la Secretaría General del partido.

Zapatero intenta seguir el ritmo de su colega británico y no puede, como en la vida real. Los últimos gallumbos de licra que le regaló Sonsoles se le han metido ya por completo por la raja del culo y ahora parecen un tanga, pero sabe que este castigo acabará pronto.

El presidente español también está sudando, pero porque lleva tanta ropa encima que si no lo hiciera no sería humano. Mantiene ambos brazos pegados al cuerpo como si estuviera esquiando y le hubieran robado los palos. Tiene cara de abuela contrariada y si la vista no me falla, que no, este hombre tiene pechos.

Detalle del tema.

Cameron hace jogging o running, las palabras inglesas habituales para expresar que uno se ejercita corriendo. Zapatero hace footing, la palabra española tuneada que se utiliza en nuestro país para lo mismo.

El político inglés no lleva reloj. El español porta un pelucazo que le habrían obligado a quitarse en la vecina Corea del Norte por considerarlo tecnología nuclear.


Seis kilómetros en 35 minutos, dicen las fuentes oficiales que corrieron ambos mandatarios en Seúl. Seis kilómetros de carrera concentrada y desbocada para Cameron, sólo interrumpida tímidamente en algunos momentos por Zapatero, que, como se ve en la imagen, sin duda trató de convencer a su colega para detenerse y buscar una chocolatería. O eso o directamente está pidiendo un taxi.

Al británico se le mueve el pelo mientras corre, señal inequivoca de que va trotando, y de que no usa gomina. Al español se le mueve una muela, signo irrefutable de que las del juicio siguen intentando salirle y no encuentran por dónde.

La próxima vez, lucha leonesa, Zapa, que ahí sí estás en tu terreno.

Los guardaespaldas de ambos se toman muy en serio su trabajo.

1 comentario:

  1. Me parece que ese "peluco" es "pedómetro". Registra las pulsaciones, por si le da un patatús.

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