Con la ayuda de unas simples líneas, te llevan a que saques reflexiones del tipo:
¿Qué pasa si aparco ahí?
¿Será que sólo pueden aparcar los coches amarillos?
¿Es una plaza exclusiva para los del pueblo?
¿Dependerá de si sopla levante o poniente?
¿Aparco tranquilo, que ya me llegará la multa?
Y tras tanta reflexión y tanto rallarte con las rayas, llegas a la conclusión más lógica sobre este asunto que no la tiene: sin duda, los que mandan en este pueblo son un poco gilipollas.
Comparto tu conclusión. Desgraciadamente, mientras que para obtener una plaza pública los requisitos son estrictos y claros, para presentarse a alcalde o para ser concejal (del área que sea) se puede ser, prácticamente, un iletrado.
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